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Congresos

Naturalmente estas intenciones eran difíciles de llevar a la práctica dada la dinámica de la propia Asociación, muy dependiente de su secretario general, y prácticamente inexistente en el período comprendido entre la celebración de los Congresos. Además, los propios presidentes de los Congresos en buena medida determinaban ya la forma en que se habían de desarrollar las discusiones. Para obviar este problema se propuso la creación de un comité científico formado por los doctores Vara López, Gomar Guarner, Zarapico Romero, Pi Figueras y García Morán, que encargaría a las personas más idóneas la elaboración de las ponencias. La Asamblea en consecuencia sólo determinaría el título de los temas que habrían de debatirse y a la discreción de ese Comité científico quedaría el nombramiento de los ponentes.

En la sesión de clausura el secretario general Gómez Durán realizó un repaso de la historia de la Asociación en que reconocía que en realidad hasta el Congreso de 1949 la Sociedad había permanecido paralizada como consecuencia de las circunstancias de la historia nacional. Por ello apenas si habían transcurrido 15 años de andadura lo que era un tiempo muy exiguo para alcanzar un pleno rendimiento y una integración real de todos los cirujanos. Explícitamente reconocía además que los Congresos constituían el exponente máximo de la vida de la asociación al hacer posible el contacto personal y directo de los socios y el intercambio de opiniones entre las generaciones mayores más cargadas de experiencia y los cirujanos más jóvenes más lastrados de doctrinarismos. Gómez Durán también se refirió muy ampliamente a la necesidad de tender puentes entre la cirugía general y las especialidades en un momento en que esa fragmentación en saberes parecía empequeñecer el campo de la cirugía general. Otros sucesos puestos de manifiesto en el Congreso parecían demostrar igualmente que la corporación se adentraba en una etapa progresivamente más madura y, en consecuencia, más compleja. En 1961 la International Federation of Surgical Colleges invitaba a Martín Lagos a que la Asociación se incorporase a su organización y en julio de ese año quedaba admitida de pleno derecho. Además se constituía una Junta Directiva de la que no formaba parte ningún catedrático de cirugía, un hecho novedoso desde la creación de la Sociedad, que parecía así confinar en el comité cientifico a los docentes. Se elegía como presidente a Abilio García Barón, vicepresidentes a los doctores Pi Figueras y González Bueno y como secretario general era reelegido una vez más Gómez Durán, Martín Lagos, presidente saliente, era proclamado Presidente de Honor. Precisamente el discurso de clausura de Martín Lagos se ocupó de la organización hospitalaria asunto que no podía menos de interesar en aquellos momentos en que España empezaba tímidamente a desarrollar una red asistencial más amplia. El autor había sido un motor decisivo en la incorporación del Hospital Clínico de Madrid a la actividad docente y asistencial tras la Guerra Civil y en consecuencia podía hablar de este tema con un buen conocimiento. La creación de una Comisaría del Plan de Desarrollo en 1961 cuando se advertía claramente una mejoría de las condiciones económicas del país permitía adivinar que se iba a modificar la forma tradicional de ejercer la medicina. En su discurso Martín Lagos llamaba la atención sobre este hecho que cambiaría la vida de los médicos "especialmente aquéllos que conocieron y practicaron en la época socialmente dorada de principios de siglo, de presocialización de la medicina". Se trataba en definitiva de una disección muy fría y aguda de la realidad que se avecinaba para los profesionales de la sanidad de los que los cirujanos, en una sociedad dominada por el ejercicio libre de la profesión, habían constituido tradicionalmente una especie de aristocracia.

HISTORIAL DE LOS CONGRESOS CELEBRADOS POR LA AEC
AÑO CONGRESO CUIDAD PRESIDENTE
1949 I Barcelona J. Puig Sureda
1951

II

Madrid F. Martín Lagos
1953 III

Granada

E. Hernández López
1955 IV Zaragoza R. Lozano Blesa
1959 V Valencia C. Carbonell Antolí
1963 VI Barcelona P. Piulachs Oliva
1967 VII Madrid P. González Duarte
1969 VIII Salamanca

F. Cuadrado Cabezón

1971 IX Barcelona J. Pi Figueras
1974 X Sevilla M. Zarapico Romero
1976 XI Madrid F. Cruz Caro
1978 XII Las Palmas V. Garcia Vilela
1980 XIII Barcelona J. Puig La Calle
1982 XIV Madrid A. Núñez Puertas
1984 XV Madrid

B. Narbona Arnau

1986 XVI Madrid M. González González
1988 XVII Madrid J. Puig La Calle
1990 XVIII Madrid J.L. Balibrea Cantero
1992 XIX Madrid J. Muñiz González

 

El VII Congreso se celebró en Madrid los días 20, 21, 22 y 23 de septiembre de 1967 bajo la presidencia de Plácido González Duarte. Los temas de las ponencias fueron "Trombosis y embolia", "Resultados del tratamiento quirúrgico de la úlcera duodenal", "Cirugía de la cadera dolorosa por coxartria", "Urgencias del aparato digestivo por procesos obstructivos intestinales", "Resultados de la cirugía de las malformaciones congénitas del corazón", "La cirugía plástica de las quemaduras" y "Resultados del tratamiento quirúrgico de la tuberculosis renal".  El elevado número de ponencias oficiales exigió la creación de un comité de coordinadores por especialidades pues cada vez era más difícil integrar especialidades ya muy desarrolladas. La Asamblea de la Asociación trajo algunos cambios en el funcionamiento de la Sociedad, el más significativo y trascendente la dimisión irrevocable del doctor Gómez Durán quien desde 1951 y durante 16 años había sido, como expresó el nuevo presidente, el alma de la Asociación. Se renovó toda la Junta Directiva con Rafael Vara López como presidente y la secretaría la ocupó el doctor Mariano F. Zímel. La elección de Vara dejó vacante la presidencia del comité científico de la que se encargó el Dr. Pi Figueras.

El Congreso puso de manifiesto alguno de los problemas más acuciantes para los cirujanos. Una vez más se constató el peligro de fraccionamiento que la aparición de nuevas especialidades quirúrgicas planteaba. Era patente que la "vieja guardia" de la cirugía de entreguerras con una formación básicamente dirigida a la cirugía general veía con inquietud el surgimiento de nuevos especialistas. Gómez Durán en su discurso de despedida lamentaba que el proceso de desintegración repitiese el ciclo de la historia de la cirugía separando ésta del tronco común de la medicina. Para evitar este peligro sólo veía como solución potenciar la formación de los especialistas desde la propia cirugía general y otorgar en consecuencia el título a quien acreditase previamente una buena preparación como generalista. Gómez Durán, cuyas apelaciones a la formación moral del cirujano fueron habituales en tiempos pasados, concluía su etapa recapitulando sobre estos aspectos más relacionados con el ejercicio diario como si al fi nal de sus días se apercibiese de que no podía haber un comportamiento ético aceptable sin una competencia profesional probada.
La Asamblea volvió también sobre otra decisión suya tomada en 1955 con motivo del Congreso de Zaragoza por la que se acordaba celebrar cada 4 años los Congresos y cada dos, reuniones de tono menor. Se discutió sobre la procedencia de tener un Congreso anual y al final pareció más recomendable sustituir las reuniones por auténticos Congresos cada 2 años.

Los días 18, 19, 20 y 21 de junio de 1969 se celebraba el VIII Congreso en Salamanca bajo la presidencia de Fernando Cuadrado Cabezón. El propio secretario del congreso, Dámaso Sánchez de Vega, llamaba la atención de los asistentes sobre el hecho a su entender irreversible de que la cirugía se había fragmentado en numerosas especialidades. Mayor inquietud le producía la aparición de auténticos compartimientos estancos que hacían hermética la comunicación entre profesionales. Precisamente como testimonio de esta situación advertía del escaso número de comunicaciones que se habían producido al Congreso por parte de traumatólogos, y la ausencia de comunicaciones de cirugía vascular.

La Asamblea de la Asociación Española de Cirujanos transcurrió con la habitual bonancibilidad de otras ocasiones. Los asistentes aprobaron por unanimidad las propuestas que hizo la Junta Directiva. El presidente se refirió a los problemas que la revista estaba ocasionando, algunos de ellos de tipo financiero. El presidente solicitó un voto de confianza a los asistentes para que el comité ejecutivo resolviese estas cuestiones como considerase más pertinente, lo que siguiendo la tónica de otras Asambleas, obtuvo sin dificultad.

Buena parte de 1970 hubo de dedicarla la Junta Directiva de la Asociación a la revista. Tras 20 años de vida apenas si había cambiado en su estructura manteniendo el mismo formato, y con modificaciones minimas en sus secciones. Su cabecera parecía indicar que sólo estaba dirigida a las especialidades citadas en el título y aún cuando éste inicialmente fuese su propósito no estaba acorde con los intereses que movían a la Asociación desde su fundación y que el desarrollo de las especialidades exigía. El soslenimiento de la revista resultaba, además, gravoso para la Asociación que consideraba que las condiciones en que la Editorial Paz Montalvo llevaba la publicación no eran suficientemente interesantes. Especialmente perjudicial para los intereses de la Asociación se consideraba el contrato con la empresa encargada de la publicidad. La Junta Directiva se planteó en un primer momento responsabilizarse directamente de la edición de la revista pero ponderadas las distintas ofertas (entre otras una del Secretariado de Publicaciones de la Universidad Complutense) se optó por renovar el contrato en nuevas condiciones con la Editorial Paz Montalvo.

La modificación del título de la revista ofreció unos escollos muy superiores a los inicialmente esperados. Hubo en primer lugar que obtener la propiedad de la cabecera de la revista que pertenecia a los editores iniciales quienes desinteresadamente cedieron sus derechos a la Asociación. Fueron varios los títulos que se discutieron para la publicación pero al fin se adoptó el de Cirugía Española propuesto por su redactor jefe José Luis Rodríguez Mata. La existencia desde 1966 de una nueva Ley de Prensa e Imprenta retrasó notablemente la salida de la publicación que las autoridades del Ministerio de Información consideraron de nueva creación por lo que exigieron al solicitar su registro que apareciese un director periodista como responsable jurídico. Para este puesto se acordó por la Junta Directiva nombrar a su redactor jefe y firmar con él el oportuno contrato exigido por la Dirección General de Prensa. Al fin pudo aparecer así Cirugía Española pero con un retraso de un año que fuenecesario recupe rar para evitar vacíos en la publicación. En el breve "Editorial" que iniciaba el primer número, Vara justificaba su aparición en los acuerdos tomados en el Congreso anterior y en la necesidad de ajustar el título a sus intereses reales". Sin embargo, era clara su intención de enlazar con la tradición anterior pues el volumen mantenía la numeración correlativa con los anteriormente aparecidos de Cirugía, Ginecología y Urología.

El congreso de Salamanca entre las decisiones que dejó a la responsabilidad del comité ejecutivo (en realidad a la discreción de su presidente y secretario general) fue la elección de la ciudad catalana donde había de celebrarse el IX Congreso Nacional. Éste tuvo lugar los días 12, 13, 14 y 15 de mayo de 1971 en Barcelona bajo la presidencia de Pi Figueras y ocupaban la secretaría los Dres. Puig la Calle y Molins Benedetti. El Congreso fue clausurado por el entonces Príncipe de España.

La Asamblea de la Asociación transcurrió sin incidencias dignas de mención. La junta saliente propuso la continuidad del Dr. Zúmel y una nueva Junta Directiva compuesta por el Dr. Piulachs Oliva como presidente. La crónica del acto señalaba que "la Asamblea repitió la salva de aplausos unánimemente". Alguna voz empezaba ya a disentir de este dirigismo tan evidente como la del Prof. García Díaz que sugería que fuesen varias las candidaturas presentadas para que así la Asamblea elegiese la de su preferencia, sin embargo una disposición del Reglamento restringía la presentación de las propuestas al comité ejecutivo. Contaba la Asociación en 1971 con 745 miembrosfrente a los 568 existentes en 1967.

El presidente de la Asociación, Vara López, pronunció el discurso de clausura en el tono habitualmente doctrinal que se reservabá para estos momentos. Fue sin duda uno de los análisis más lúcidos realizados sobre la situación de la cirugía en los comienzos de la década y refleja perfectamente la postura de los cirujanos tradicionales frente a la aparición de nuevas especialidades. "El cirujano de mi generación - escribía Vara - fue progresivamente adaptándose a su enorme desarrollo, consiguiendo con esfuerzo y tesón dominar las más diversas técnicas operatorias, siendo así los pioneros de todas las especialidades hoy existentes". Frente a esta situación los cirujanos de las jóvenes generaciones se han sentido desbordados por la amplitud de conocimientos y la complejidad de las técnicas "creando de esta suerte las subespecialidades". De manera imperceptible pero imparable se estaba constituyendo una cesura entre dos formas diferentes de contemplar la actividad profesional pues la valoración que de es te estado de cosas hacía la generación senior no podía dejar de ser negativa. "La especialización conlleva la fragmentación de los saberes que ocasiona una visión parcial y, a veces deformada, de los problemas con pérdida de la comprensión totalitaria y antropológicamente del hombre-enfermo". Aun cuando este juicio tan duro se pretendiese matizar a continuación era evidente la estimación negativa que se hacía del creciente especialismo quirúrgico. Había un paralelismo muy evidente entre esta postura y la que por las mismas fechas adoptaban los defensores de la medicina interna frente al desarrollo de las subespecialidades.

Vientos de cambio

La celebración del X Congreso se vio modificada por la convocatoria en Barcelona, en 1973, del XXIV Congreso de la Societé International de Chirurgie. Con este motivo, y para evitar el suceso en España el mismo año de dos acontecimientos de naturaleza muy similar, se acordó retrasar a 1974 el Congreso de Sevilla. Como los Congresos españoles coincidían por su periodicidad con los internacionales se decidió igualmente que en adelante se mantendría el lapso de 2 años entre estas manifestaciones para evitar esa superposición. Así los días 25, 26, 27 y 28 de septiembre de 1974 tenía lugar el Congreso presidido por el catedrático de aquella universidad Zarapico Romero y con una doble secretaría ocupada por Castro García y García Díaz.  Bajo el tema general "Profilaxis y tratamiento de las secuelas en Cirugía" tuvieron lugar cuatro simposios dirigidos a discutir las secuelas de las intervenciones en cabeza, tórax, abdomen y miembros. El extracto de los asuntos tratados en la Asamblea General publicado en CIRUGÍA ESPAÑOLA fue el más minucioso de cuantos hasta entonces había dado a luz. La Asociación contaba en 1974 con 759 socios frente a los 597 que había en 1970 y el saldo de su tesoreria ofrecía ese mismo año un superávit de 2.465.024 pesetas. Los gastos más elevados se debían al alquiler y mantenimiento del local donde tenía su domicilio la secretaría de la Asociación y la redacción de la revista.

No puede silenciarse el hecho de que la Asociación en su funcionamiento se apartó en muchas ocasiones de determinaciones que previamente había adoptado. El Congreso de Sevilla puso muy de manifiesto este hecho pues frente al acuerdo establecido en los estatutos que centralizaba los Congresos en Madrid y Barcelona, la directiva de la Asociación pretendió que el próximo Congreso se celebrase en una capital de provincia e inmediatamente se propuso la ciudad de Valladolid para el XI Congreso. Esto hizo que surgiesen rápidamente voces discrepantes que recordaron la existencia de la disposición reglamentaria comentada. Tanto el secretario de la Asociación, Zúmel, como su presidente, Piulachs, se mostraron partidarios de alterar esa cláusula ya que, según el presidente, más importante que la letra de la ley era interpretar su espíritu. Era una intervención un tanto sorprendente que abundaba en lo defendido anteriormente por el secretario en el sentido de que si la Asamblea lo respaldaba podían alterarse los Estatutos. Esta argumentación ponía en entredicho la propia credibilidad de la Asociación y algunos socios hubieron de recordar a la presidencia que los reglamentos se establecían para su cumplimiento. Por este motivo la presidencia retiró inmediatamente la propuesta y el XI Congreso se acordó celebrarlo en Madrid. Más allá del hecho anecdótico narrado, no puede ignorarse que estas pequeñas escaramuzas evidenciaban un cierto descontento entre algunos socios. En la Asamblea se puso de manifiesto la incomodidad de quienes consideraban que desde la Junta Directiva se dirigía la Asociación con una cierta despreocupación por los aspectos formales de una sociedad plural. La renovación de los miembros del Comité Ejecutivo y la sustitución del presidente del Comité Científico dio motivo también a que algunos miembros expresasen su discrepancia y la conveniencia de que la propia Asamblea pudiese presentar sus candidatos. La inminencia de la sesión de clausura permitió al presidente, un tanto aceleradamente y en un clima de discrepancia, conseguir la aprobación por la Asamblea de los Comités Científico y de la Junta Directiva de la Asociación en que se mantenían Piulachs y Zúmel como presidente y secretario, y levantar la sesión.

El XI Congreso se celebró en Madrid los días 21, 22 y 23 de octubre de 1976 bajo la presidencia del Prof. Cruz Caro y secundado en la secretaría por los Dres. Die Goyanes e Higuero Moreno. Los temas principales del congreso fueron tres: "Úlceras de estrés", "Situación actual de las infecciones en cirugía" y "Enseñanza de la cirugía". Además, en 27 mesas redondas específicas se trataron problemas muy singulares que afectaban de manera concreta a especialidades quirúrgicas que ya tenían un estatus propio reconocido desde antiguo. Es el caso, por ejemplo, de las dedicadas a cáncer de cuerpo de útero, traumatismos renales, cuerpos extraños intraoculares o intubación laringotraqueal en las UCI. Es evidente que la confusión en que se desenvolvía la cirugía general temerosa ante lo que consideraba una fragmentación excesiva dio lugar a una respuesta, bien intencionada pero inútil, de integración, aun a riesgo de constituir un congreso en exceso disperso.

El fallecimiento de Pedro Piulachs en 1976 elevó a la presidencia a quien era vicepresidente, Fernando Cuadrado. Como la Junta Directiva había sido ratificada en Sevilla por 4 años, se hizo necesario proceder a la elección de un nuevo presidente. Siguiendo la tradición la Junta Directiva presentó las candidaturas ofrecidas por el Consejo Consultivo, pero la Asamblea prefirió proponer libremente sus propios candidatos y proceder a su elección en votación secreta. Se hacía muy evidente que el descontento que se había exteriorizado en Sevilla no iba a transigir con los procedimientos habituales y que los socios consideraban que los aires de democracia y libertad que se respiraban en el país habían de tener también una respuesta en el funcionamiento de la Sociedad. Surgieron así nada menos que 13 candidaturas, con una significativa dispersión de votos, y al final consiguió la presidencia Cuadrado Cabezón. La necesidad de modificar el reglamento de la Asociación había motivado la constitución en Sevilla de una comisión especial presidida por Puig la Calle que recomendaba la modificación de los artículos 10 al 14 del Reglamento; cuando este asunto se planteó a la Asamblea la discusión fue muy larga y se decidió entonces que la comisión continuase elaborando el proyecto de modificación y la Junta Directiva diese en su momento la oportuna aprobación. Un procedimiento de demora habitual en la Asociación.

El discurso de clausura lo pronunció el presidente Fernando Cuadrado. Su contenido en el tono doctrinal habitual se caracterizó por su sentido práctico ausente de cualquier reflexión teórica. Perteneciente a la generación más antigua de la Asociación, había nacido en 1902, era el presidente de mayor edad de cuantos habían ocupado este puesto. Por este motivo su disertación constituía un ejemplo de como los hombres de su tiempo veían al cirujano modelo. Decisión, destreza, fortaleza física o responsabilidad moral eran los elementos que definían al cirujano competente. Desde su propia experiencia vital no podía menos de considerar que las guerras favorecían notablemente el progreso de la cirugía. Por su edad, también por su propia trayectoria, el discurso tenía mucho de testamento espiritual y por ello hacía más evidente la diferencia de lenguaje con las generaciones más jóvenes y más inquietas por la marcha de la Asociación.

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